Hace unos días la actriz mexicana Violeta Isfel causó revuelo en redes sociales debido a una publicación de Instagram en donde aparecía posando en lencería.
Las fotos sexys de Violeta Isfel ocultan un problema del que nadie está hablando

Luego de ser fuertemente criticada por la opinión pública, la intérprete decidió archivar el post, no sin antes alzar la voz respecto a los comentarios que recibió acerca de su cuerpo.
En una entrevista, la ex protagonista de Atrévete a soñar declaró que aunque la mayoría de los comentarios fueron positivos, algunas personas la acusaron de ser 'vulgar' o 'demasiado sexy'.
«La sociedad se ha encargado de decir 'ay no, no muestres eso'. Obviamente hay que saber cómo mostrarlo, no es vulgar, va más allá de lo que la gente con tabús y prejuicios puede imaginar», mencionó.
Finalmente, explicó que la fotografía será re publicada una vez que llegue a un acuerdo con su agencia de publicidad.
Los comentarios respecto al físico de la actriz y su publicación nos ha recordado un tema pendiente del que tenemos que hablar urgentemente: el slut shaming; la imperante necesidad de juzgar a las mujeres por cómo se presentan (visten, hablan o actúan) en el ámbito sexual.

Slutshamming: la inquisición del siglo XXI
De acuerdo con el International Feminist Journal of Politics, se refiere a un estigma social que busca degradar y avergonzar a las mujeres por alguna conducta sexual considerada 'moralmente irresponsable'.
Entre otras cosas, se les señala por su manera de vestir, por haber tenido más de una pareja sexual, por salir de casa sin la compañía de un hombre e, incluso, en el peor de los casos, se les critica cuando han sufrido violación o abuso.

Frases como «ella se lo estaba buscando», «es una mujer fácil y nadie la va a tomar en serio» o «se lo merece por andar de loca», son algunas oraciones que envuelven el discurso de este fenómeno social.
Este fenómeno no afecta a los hombres (cis) hetero de la misma forma, precisamente porque ocurre en contextos sociales machistas en donde ellos pueden disfrutar libremente de su sexualidad y su cuerpo y las mujeres no.

Al contrario del imaginario femenino, aquellos que salen con muchas mujeres al mismo tiempo o que mantienen relaciones sexuales sin ningún vinculo afectivo o emocional, son admirados y envidiados, como si se tratara de un don o superpoder.
En cambio, las mujeres son juzgadas, violentadas y humilladas por explorar su sexualidad y relacionarse con otras personas emocional, física o sexualmente. Incluso, como en el caso de Violeta, por subir fotografías en donde ellas mismas elijan qué parte de su cuerpo y cómo mostrarlo.

Una encuesta realizada por la American Association of University Women descubrió que el slut shaming es una de las formas más comunes de acoso sexual entre estudiantes de secundaria y preparatoria.

Según la investigación, un tercio de la población estudiantil había experimentado comentarios sexuales inoportunos, chistes o gestos acerca de una persona.
Un 46 % de las mujeres reconoció vivirlo en carne propia, contra un 22 % de los varones que afirmaron haber sido víctimas.

Más allá de la ropa, este fenómeno influye profundamente en cómo la sociedad observa y responde ante problemáticas sociales como los feminicidios o los crímenes de género.
Con este tipo de comentarios, se busca revictimizar a las mujeres y hacerlas sentir cómplices de un sistema que siempre les ha dado la espalda. Es una salida fácil para culpar y señalar al género, en lugar de ocuparse y resolver el problema estructural.

«Está diseñado para insultar a las mujeres que tienen experiencia sexual, o que buscan placer», subraya Shira Tarrant, profesora de la Universidad Estatal de Long Beach e investigadora experta en temas de género y políticas sexuales.
quote:«No tenemos ninguna palabra que describa a una mujer sexualmente activa que sea alegre, empoderada y sobre todo, libre».

Los efectos del slut shaming
En mayo del 2019, un suceso en España llegó a demostrar el peligroso (y mortal) alcance del slutshaming.
Veronica, una mujer de 32 años y madre de dos pequeñitos, se había quitado la vida luego de que su ex amante difundiera entre sus compañeros de trabajo un vídeo sexual que habían grabado en la intimidad.
La joven, además de ser juzgada y victimizada por los abogados de la empresa, sufrió acoso, humillación y burla por parte de sus colegas. ¿La razón? Haber ejercido libremente su sexualidad.
Esto forma parte de la violencia patriarcal que viven miles de mujeres sin importar su racialización, sexo o condición socioeconómica.
Desde juzgar a una celebridad por subir una foto en lencería hasta humillar a una joven por un video íntimo, el slut shaming se desborda en una realidad que se niega a reconocer a las mujeres como seres libres e independientes.

¿Qué podemos hacer?
Finalmente, Ana María Fernandez Poncela, autora de La violencia en el Lenguaje o el lenguaje que violenta argumenta que somos los principales responsables de reproducir esta clase de discursos.
El primer paso es reconocer que lo personal es político y que nuestra palabras pueden ser portadoras de cambio.

«Somos lo que decimos y hacemos al decir, y somos lo que nos dicen y hacen al decirnos», explica.
Esto quiere decir que si evitamos este tipo de expresiones y reconocemos a las mujeres como dueñas de su cuerpo y decisiones, podremos abogar por una realidad más respetuosa y empática.
Por fortuna, nunca es tarde para reconstruirnos y eliminar esta violencia discursiva. Hay que aprender a celebrar la vida y nuestros cuerpos sin juzgar y violentar la individualidad de los demás.
Así será posible convivir en una sociedad más abierta, inclusiva y respetuosa en donde todas, todos y todes seamos importantes.

¿Qué opinas acerca del slut shaming? ¿Te ha pasado? Cuéntanos en los comentarios.
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