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No todo lo que brilla es oro: la fama puede quitarte años de vida

Por:
Univision
Publicado el 27 jul 18 - 09:39 AM CDT. Actualizado el 27 jul 18 - 09:39 AM CDT.

Muchos sueñan con ser reconocidos a nivel mundial y con vivir el glamour de caminar por la alfombra roja con los actores más famosos del mundo. Sin embargo, para los que ya consiguieron ese nivel de fama la vida puede ser una pesadilla. Los «simples mortales» solo ven el lado envidiable de la fama: el dinero, la adoración, el éxito profesional.

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Sin embargo, es muy difícil ver o incluso comprender el lado oscuro de la fama. Después de todo, esas personas parecen tenerlo todo, entonces ¿por qué se quejan? Ser una estrella parece ser como un espejismo que desde fuera se ve increíble, pero, desde adentro, es una vida plagada por la falta de privacidad, la soledad y la adicción, y que puede llevar en algunos casos a una muerte temprana.

Los famosos viven menos

Según un estudio publicado por el CDC, las personas famosas mueren más tempano que el resto. Ellos, en promedio, fallecen a los 77 años que, si bien no es una edad muy temprana, es menor al de otras personas exitosas, como los empresarios, que fallecen a los 83 años.

Vale aclarar que ese estudio se centró en Estados Unidos, donde la edad promedio de muerte a nivel nacional es de 78.7 años. ¿Por qué las celebridades mueren antes? Puede ser por la presión social de mantener cierta imagen, el escrutinio público y la falta de privacidad que lleva a que muchos adopten conductas autodestructivas.

No hay una sola respuesta, pero según una entrevista de la BBC con Richard Epstein, profesor de la Universidad de Nueva York, este descubrimiento debería servir como «una advertencia de salud a los jóvenes que aspiran a convertirse en estrellas».

Un problema cultural

Imagen Getty Images

Demi Lovato es tan solo la última famosa en sufrir una sobredosis y terminar en el hospital. Apenas llegó al hospital y los medios como TMZ ya habían compartido la noticia falsa de que había llegado allí por usar heroína ( TMZ más tarde retractó el comunicado), el hashtag con su nombre se apoderó del primer puesto en Twitter y su desgracia se hizo tema de conversación en el mundo entero. Es morboso, pero ese es el precio de la fama y no es la primera vez que sucede.

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La « cultura de la celebridad» es un término que se usa para hacer referencia a la obsesión social por la vida privada de sus famosos favoritos. Explotar la privacidad de los famosos es el pan de cada día de la industria de los chismes, que tan solo en 2011 generó tres mil millones de dólares.

Mientras más alto es el perfil de una celebridad, menos privacidad tiene y eso puede tener un alto precio para su salud mental. Los medios y sus fans quieren saber de ellos, sobre todo cuando están pasando por un mal momento, como Britney Spears cuando sufrió una crisis nerviosa, o Amy Winehouse cuando estaba en el peor momento de su adicción. Es una curiosidad morbosa que lleva a mirar como hipnotizados cada movimiento de la vida de una celebridad y si es para mal, mejor.

Por eso, algunos deciden volver al anonimato, como Jack Gleeson, el actor que encarnó a Joffrey en Game of Thrones y que dio un discurso en la Universidad de Oxford sobre cómo los famosos se convierten en productos de consumo en vez de personas y el efecto tan nocivo que eso tiene sobre ellos. Además dijo que:

«Esta forma de consumismo no parece dañina para los consumidores, pero el efecto que tiene en los famosos puede ser profunda (...) La imagen y vida de uno se democratiza y así se termina deshumanizando y a veces se convierte en un objeto y un producto de entretenimiento».

Muchas celebridades, como Lady Gaga, Kirsten Stewart y Justin Bieber han hablado del costo de su fama y de lo difícil que es no poder ni caminar en público sin ser asediado por paparazzis y fanáticos. Esa presión es, quizás, la razón por la que los famosos tienden a vivir menos que las personas «comunes».

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¿Qué podemos hacer?

Lo único que podemos hacer para cambiar la forma en la que tratamos los temas de celebridades es recordar que detrás de cada vestido de diseñador y titular escandaloso hay un ser humano de carne y hueso. Hace falta un cambio en el foco y dejar de ver los dramas ajenos como un entretenimiento y comenzar a verlos con compasión.

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