Andrés Vilchis
2 de diciembre de 2019

Ser padres es una responsabilidad de tiempo completo no sólo por las responsabilidades que se tienen que cubrir, sino también porque todas nuestras acciones repercute directamente en nuestros hijos.
Bien dicen que las acciones hablan más que las palabras y los padres lo saben de primera mano: los pequeños imitan lo que papá o mamá hacen, aunque hayan dicho algo que contradiga sus propias acciones u órdenes.

Hacen lo que ven y no lo que se les dice

Un artículo por la psicóloga española Gema Sánchez Cuevas asegura que, a medida que los hijos crecen comienzan a desarrollar conciencia de las acciones de sus padres.
La disciplina -tanto de chicos y grandes- es un aspecto de suma importancia desde la niñez hasta la adolescencia, pues los menores comienzan a adoptar las conductas de los padres con el fin de tener un papel relevante en el núcleo familiar.

Cada familia opera y se comporta de forma diferente. De acuerdo a la psicóloga, son estos comportamientos y actitudes lo que imitan los hijos, más que los regaños de los padres.
Si los pequeños ven que sus padres usan la violencia, la "absorberán" en la familia y reflejarán en la escuela, con sus profesores y amigos.

Predicar con el ejemplo

Los niños, más que palabras fuertes, necesitan ejemplos poderosos, pues son capaces de detectar cuando un adulto dice una cosa y hace otra.
¿Y cómo puedes predicar con el ejemplo? Bueno, repasemos un par de técnicas:

Aprovechar el día a día

A veces, el mejor ejemplo es hacer lo que se le pide siempre a los niños: saludar, agradecer. Si lo hacemos nosotros, ellos lo harán también.
Comunicación

Esta parte no se refiere a solamente emitir órdenes o consejos, sino a ser expresivo con tu hijo: tenemos que mostrar que, por ejemplo, las groserías o los actos groseros tienen un impacto negativo, no sólo decirlo.
Definir las normas de convivencia

Si tienes más de un hijo, es fácil que surja la idea en alguno sobre el favoritismo por su hermano. El que se sienta menos acogido puede presentar conductas hostiles o agresivas en la familia.
Lo puedes evitar demostrando que las reglas aplican para ambos: horarios, tareas y responsabilidades son compartidas y todos en la casa las hacen.
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