
Cuando somos papás primerizos nos embargan las dudas y temores con respecto a si el bebé debe dormir con nosotros o dejarlo en su cuarto desde el momento en que llega del hospital. Sin embargo, la ciencia comprueba que el contacto piel a piel y la cercanía lo vuelven un bebé más seguro.
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Florida, el contacto piel a piel favorece el ritmo cardiaco y respiraciones regulares, así como un sueño más profundo. Esto les ayuda a tener un mejor desarrollo de su cerebro.

Por ejemplo, durante la investigación, los bebés que durmieron lejos de sus progenitores registraban un aumento de 176 % en la actividad cardiaca y una disminución del 86 % en la duración de sueño profundo, en comparación a aquellos que dormían en la recámara de sus papás.
Además, los bebés que duermen acompañados, ya sea en cunas de colecho o cerca de sus padres, lloran y se enferman menos. También registran un aumento de peso saludable.

Otro punto a favor que avala la ciencia es que al estar más cerca del bebé, la lactancia es más productiva y de mayor duración.
Por su parte, los papás se sienten más seguros de tenerlos cerca y así cuidarlos mejor, es decir, están más al pendiente de ellos. Se estrecha el vínculo o apego entre ellos.

En resumen, los recién nacidos (ya sea prematuros o a término) necesitan el contacto de piel a piel con sus papás para regular no solo el ritmo cardiaco, sino la temperatura corporal, el ritmo respiratorio y sus horarios de alimentación, todas funciones vitales para mantenerse en buen estado de salud.
Este artículo fue publicado originalmente en Naran Xadul.
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