
La neurocientífica Ginna Rippon publicó un libro que desmiente la creencia de que los cerebros de hombres y mujeres son diferentes.

Desde recién nacidos, los seres humanos son expuestos a los estereotipos de género que culturalmente se han transmitido de generación en generación: desde los colores de la ropa hasta las profesiones, todo parece tener un filtro de género que es muy difícil de sacudir.
Aunque vivimos en una época con una sociedad mucho más consciente, en pleno siglo XXI se sigue pensando que los hombres y las mujeres son diferentes, incluso en sus cerebros.

Científicamente, el cerebro de las mujeres es más pequeño, lo cual ha conducido a la creencia popular de que las mujeres son menos inteligentes que los hombres, aunque no sea así.
Si bien los cerebros de las mujeres son biológicamente más pequeños, eso no es una prueba contundente de inteligencia. Además, el estereotipo no se queda en la mentira biológica, sino se traslada a una jerarquía social que ha afectado cómo son percibidas de las mujeres durante siglos.

En su libroThe Gendered Brain, la neurocientífica Ginna Rippon expone y desmiente falsas creencias sobre las supuestas diferencias entre los cerebros de hombres y mujeres.
Lo que Rippon publica es la desmitificación de conductas aprendidas o creencias sociales, que tienen poco o nada de sustento científico sobre las diferencias entre los cerebros.

Estos estereotipos se han replicado, incluso, en revistas científicas. En 2016, Neuroscience News reportó que el cerebro regulaba los comportamientos de hembras y machos, poniendo como ilustración dos cabezas humanas. Sin embargo, el estudio fue hecho con hámsters.

Esas creencias falaces afectan no sólo como la sociedad ve a hombres y mujeres, sino también cómo hombres y mujeres se ven ellos mismos.
Relaciones que pensamos "naturales", como los cambios de humor por los desbalances hormonales durante la menstruación podrían ser, según la doctora Rippon, reacciones psicosomáticas al ciclo.

La autora invita a romper los prejuicios y estereotipos que se tienen sobre cada género y ser conscientes de que cada individuo tiene un cerebro único con habilidades por desarrollar que no se definen por la etiqueta de género.
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