Una carta al ratón Pérez expedida por una institución educativa de Montevideo, Uruguay, se viralizó en Internet. Desde VIX nos comunicamos con la directora del centro educativo para que nos cuente acerca de la divertida anécdota que recorre las redes sociales a toda velocidad.
El certificado que esta directora le escribió al «ratón de los dientes» es lo mejor que leerás hoy
Como todas las mañanas, al llegar a la oficina editorial, comencé a chequear las primeras noticias del día cuando una bondadosa acción llamó mi atención. Un titular de prensa decía: «Directora de centro educativo escribe carta al ratón Pérez porque el niño perdió su diente en horario escolar». Quedé atónita. Un acto hermoso, tierno y que denotaba gran vocación se había convertido en noticia. No lo dudé: conseguí su número y la llamé para ahondar en los detalles de esta jocosa pero noble acción.
El teléfono sonó 4 veces hasta que Ana María Méndez, la directora de la Scuola Italiana di Montevideo, contestó. Su voz era dulce y calma. Por un momento sentí que tenía 7 años otra vez y escuchaba a una de mis docentes favoritas al otro lado del teléfono. Ana María parecía muy entusiasmada por mi llamado y estaba dispuesta a darme todos los detalles de lo que ella y Santiago, el niño protagonista de esta historia, habían vivido el día anterior.
El episodio de la discordia
A pocos minutos de terminar la jornada del día, Ana María vio pasar a Santiago por la puerta de su oficina. Muy apurado se dirigía al baño con algo entre sus manos. Ana María lo acompañó para saber qué le sucedía. Santiago tenía prisa por lavar un diente que se le acababa de caer. Quería guardarlo limpio para ponerlo debajo de su almohada con la esperanza de que el ratón de los dientes le dejara su recompensa.
Al llegar al baño, Ana María le aconsejó que tuviera cuidado con la presión del agua que salía del lavabo porque el diente podía deslizarse por la cañería, que fue lo que, tristemente, sucedió.
«Al ver caer el diente automáticamente quedó muy triste y pensó en la forma de recuperarlo. De pronto, me dijo: “Ana María, ¿podemos romper el caño?”. Le expliqué que, lamentablemente, el agua ya se había llevado el diente, a lo que él se puso a llorar de forma incontrolable».
En ese momento, lo único que quería Ana María era consolar al pequeño y hacerlo sentir mejor, por lo que se le ocurrió una idea fabulosa:
«Le dije: “Vení, Santi, vamos a mi oficina que yo le voy a hacer una carta al ratón Pérez para decirle que yo vi el diente y vi lo que te pasó. El ratón seguro lo va a entender”».

«Fuimos a mi oficina y le dije a mi secretaria que dejara todo lo que estaba haciendo. Ella estaba muy ocupada porque era la hora de salida de muchos de los alumnos, también la de Santiago, pero aun así le pedí que hiciera una pausa para que me ayudara para poder darle al niño algo tangible que pudiera poner debajo de la almohada esa noche».
Ana María y su secretaria redactaron una carta para el ratón Pérez y la firmaron. Es importante destacar que la carta tiene todas las características de una carta formal institucional, Ana María quería que así fuera, según me explicó:
«Un niño de la edad de Santiago necesita una prueba tangible, no puedes decirle que lo llamarás por teléfono o que hablarás con los papás para que le digan al ratón Pérez. Santi necesitaba algo contundente y serio en la mano que probara que perdió el diente. Además, tenía que ser algo que pudiera poner debajo de la almohada».
El día después
Ana María jamás imaginó el impacto que su ocurrente y sincera acción podía llegar a tener. El padre de Santiago tomó una foto de la carta al ratón Pérez emitida por la institución educativa y la publicó en Facebook.

La foto de la carta comenzó a circular por las redes sociales a gran velocidad, llegó a los medios locales y a muchos internacionales, que le dedicaron un espacio en sus portadas digitales como un ejemplo que los adultos deberían seguir, para motivarlos a tener más acciones como esta.
«Al otro día de que Santiago perdiera su diente, me empezaron a llegar un montón de capturas de pantalla con el certificado. Yo no tenía ni idea de que el papá había subido el certificado a las redes sociales».
Ana María y los docentes de la Scuola Italiana di Montevideo están asimilando, todavía, los mensajes de felicitaciones y buenos deseos que están recibiendo de todas partes del mundo.
«Nunca me imaginé esta repercusión porque, en realidad, uno en el rol como docente hace este tipo de cosas muy seguido. Sé que asocian al maestro con el traspaso de conocimiento, pero hay una gran parte de nuestro rol que tiene que ver con la contención. Son cosas que pasan en la escuela y que muchas veces pasan desapercibidas por la comunidad».
«Si esta repercusión tiene algo de bueno es el hecho de que se pueda reivindicar el rol docente como contenedor emocional, cosa que actualmente se ha perdido. Siento que el respeto por esta profesión se ha perdido, y cosas como estas están buenas para desempolvar esta otra faceta del maestro, que es tan o más importante que enseñar».
Al escuchar las palabras de la directora de la escuela, me di cuenta de la trascendencia que tiene el rol de los maestros en la vida de los chicos. Ellos dejan en nosotros una marca emocional, nos ayudan a moldear nuestros pensamientos y todo lo que nos dicen se perpetúa en nuestra vida. Es por eso que detalles como el que Ana María tuvo hacen una gran diferencia, convierten anécdotas tristes —como hubiese sido la de Santiago y su diente perdido— en un hermoso recuerdo de la niñez.
Digitales pero con educación
El hecho de que los medios digitales de comunicación difundan la anécdota como noticia y que los usuarios de las redes se unan para promover más acciones como esta es muy positivo. Sin embargo, no podemos dejar de contemplar, en su real dimensión, la trascendencia que esta noticia (y todas las noticias) adquiere en las redes sociales, tal como lo hizo Ana María:
«Una vez que una publicación aparece en una red social no se puede detener. Con las maestras decidimos [a raíz de lo que sucedió con Santiago] que tenemos que educar sobre eso. Esta vez salió bien, pero también puede salir muy mal, y tenemos que estar preparados para eso. Y no solo educar a nivel de los niños, sino que los padres también tienen que ser conscientes del impacto».
Ser feliz
«Si hay un momento feliz en la vida es la niñez. Los niños tienen que ser felices a pesar de todo lo que pase alrededor. Los maestros tenemos que velar por eso, y más en instituciones donde los niños pasan más tiempo en la escuela que en sus propias casas».
Mientras hablaba con Ana María, me di cuenta de que la niñez es cada vez más corta, los chicos pronto se convierten en adolescentes y esa época en la que la ingenuidad era la reina y las responsabilidades un mito casi no existe. Es ahí donde nace la necesidad de que haya docentes como Ana María, para hacer durar, aunque sea un poco más, ese hermoso momento de la vida.
Casi al final de nuestra charla, Ana María me dio un importante mensaje:
«La gente necesita buenas noticias de la diaria, esas que le pueden pasar a cualquiera, que pueden pasar en cualquier escuela. Creo que da un parámetro importante sobre que las cosas simples, a veces, son más importantes que las otras; es ahí donde tenemos que enfocarnos».
No necesito agregar nada más, ¿cierto?